Desde la madrugada llovía con ganas... ¡Pero
con muchas ganas!... que diferente se siente la lluvia cuando estás en una de
estas casetas (a la que Laia llama “maceta”) comparado a cuando estás en una
tienda de campaña contando el tiempo de resistencia al agua del tejido de tu
habitáculo :)
Así que nos levantamos muy relax, de hecho, se levantó
primero Mei, luego yo y cuando empezábamos a desayunar llegaron Dani y Laia.
Cuando finalmente “se secó la lluvia y güitsi güitsi
araña otra vez subió” (porque aquí hay un montón de arañitas y arañotas), Dani
se fue a explorar las rutas con la idea de hacer una de ellas hoy al medio
día...
Mientras tanto las chamacas y yo estuvimos un rato en “la
maceta”, tomando nuestras clases de italiano con dibujos animados jejeje (a
veces la tv no está tan mal) y después nos fuimos por un chocolatito a la
cafetería del camp... cuando tomamos chocolate, siempre me hago la pregunta
¿qué hacen mis chamacas para quedarse con la huella del choco sea como sea?
Regreso Dani, y entre que el remolque donde irá Laia
estaba aún algo mojado y entre que las rutas que había ido a ver no estaban
demasiado inspiradoras, decidimos mejor irnos a comer al pueblito ¡que está muy
bonito! Le atraviesan algunos riachuelos color azul turquesa, así que elegimos
comer en un lugar sobre el río... pizza, pasta, ensalada (lo de siempre pero
muy bueno jejej).
Otro rato de ver patos y cisnes, un heladito y de regreso
al camp... eso si, por el camino en plan relax, viendo más patos y cisnes por
el paseo que va al lado del lago... se ven varias patas con sus patitos, y
cuando las Chamacs se acercaron a darles algo de palitos de pan, no se crean que
la mamá los cedía a sus patitos, ¡nada de eso!
Llegamos al camp, un chapuzón rápido, cena y a dormir que
mañana parece ser que si habrá buen sol y ¡¡¡al parque acuático nos vamos!!!!
¡A cargar pilas!
Mei, Laia, Dani y Tami
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