Para salir del barrio había que bajar por la calle compartida con el tranvía y sus rieles en el asfalto, no mola, callejeros un poco para evitar sustos. Nantes es una ciudad curiosa, las bicis y patinetes circulan con tranvías, autobuses, coches y motos por todos lados en todas direcciones, en un caos organizado y tranquilo pero, que fluye perfectamente sin accidentes.
Llegamos a la zona de la isla de las máquinas y vimos que el elefante no estaba en su sitio, se estaba moviendo, así que rápidamente dimos media vuelta y fuimos hacia el. Verlo parado es una cosa, pero verlo en movimiento es otra historia, es gigante, esta completamente articulado y tiene un aura mágico, impresiona y te deja un poco alucinado, nos ha encantado todo verlo en movimiento a todos.
Sobre las 13.00 hicimos una parada a comer en el primer pueblo grande ya fuera de Nantes, no recuerdo el nombre en estos momentos, el caso es que paramos en un parque a descansar, mientras Felipe y yo fuimos al súper a comprar algo de comer. El pueblo no tenía nada interesante y en el súper había 2 personas que olían a salvaje, vaya perfume que dejaban... Las opciones para comer eran escasas, una ensalada, salmón, jamón, tomate, aguacates, por supuesto cruasaints y unos helados de postre que añadimos a algunas cosillas que nos habían sobrado del desayuno, nada glamuroso, pero bueno calmo el hambre y descansamos un rato, estábamos a mitad de ruta mas o menos. En el parque había un skate Park, Mei y Laia jugaban a hacer las rampas corriendo hasta que Mei se cayó en una y se raspó la mano y la rodilla y pasamos de las risas al llanto.
Nos pusimos e marcha y se le pasó rápido. Laia pidió que Mami la jalara con la goma, llevaba 20 kms, así que mejor eso que antes de que se cande y no pueda mas, además le pusimos el altavoz en la bolsa del manillar y su playlist de Spotify con los temazos de Aitana, iba encantada cantando.
Nos cruzamos y nos adelantaban muchas familias como nosotros, es una buena a ruta, con pocas cuestas, quizás con algo de viento y hoy con momentos de lluvia ligera. Noe había anotado en el programa de este viaje ver un parque mirador, así que paramos a verlo y notamos que las chiquis estaban muy cansadas, deseando llegar a casa.
El punto era que el alojamiento de hoy estaba a las afueras y no se veía nada para comer, no nos quedaba comida y el alojamiento no parecía que tuviera restaurante, así que estábamos un poco expectantes para ver como salíamos de esta situación.
Mañana más! Besos y abrazos de Laia, Mei, Tami & Dani.
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